Prueba 1, pincha acá

La billetera de nuestro país hace rato que está llena, eso es una percepción general. Sin embargo, frente al supuesto desarrollo al que según las autoridades nos acercamos y la cantidad de políticas públicas implementadas para combatir la pobreza, resultan muy paradójicos casos como el de la señora Ana Fuentes y su familia.

Desde marzo pasado se encuentra viviendo en un invernadero. Sí, un invernadero, que en la práctica yo no funciona como tal, pues ahora es el lugar que les da “cobijo”. Allí, la señora Ana junto a su padre y sus hijo Bayron, Luis y Andrés soportan vientos y lluvias, que ya tienen bastante mal trecha la frágil estructura, hecha de nylon y algunas tapas de zinc.


Su “morada” se encuentra en las cercanías del Vertedero Curaco, en el kilómetro siete de la ruta U-40, que lleva a nuestra fabulosa costa. Por lo mismo, ya están familiarizados con la incesante bulla de camiones repleto de basura, que transitan diariamente para descargar en el basural todos los desechos de los osorninos.

La señora Ana cuenta que llegó allí producto de la solidaridad de un vecino, que al ver que fueron echados del lugar donde vivieron 12 años, les concedió un pequeño terreno de su propiedad para instalarse. “Nuestro Tata trabajaba cuidando un fundo de la familia Vásquez, aquí al frente (kilómetro 6 de la ruta al mar)”. Lo hizo por mucho tiempo, de hecho hasta teníamos casa construida. Sin embargo, cuando los propietarios vendieron el terreno a otra persona nos vimos en la obligación de salir, pues el nuevo propietario no necesitaba gente para que le cuide el campo. No alcanzamos ni a trasladar nuestras maderas, por que fueron echadas a bajo al tiro. De ahí nos vinimos para acá, gracias a un vecino conocido de toda la vida, que nos pasó este terrenito”, relata.

Allí, tiene sus papas y animales: gatos y perros, así como hartas gallinas y gansos, con los cuales va a hacer negocios a algunas de las ferias osorninas o con los vecinos del sector. También, de vez en cuando se va al monte a sacar Changle, chandi o como se le llame a aquel hongo que sale en la corteza del hualle, que vende a 600 pesos el kilo. (bastante barato por que un medio kilo en la ciudad sobre pasa los mil). Así construye sus ingresos, a los que se suma el aporte que hace el Tata con su pequeña pensión de invalidez, (no más de cincuenta mil).


Con esto da de comer a sus hijos. Todos son pequeños, de hecho el mayor tiene 14 años, los que estudian internos en un colegio cercano. No tiene televisión ( lo que para muchos pudiera ser algo bueno), sólo una radio que funciona cuando tienen plata para comprar pilas. Sus enceres son los básicos: una mesa, tres camas, una estufa, una lavadora, un poco de ropa y…no recuerdo más.

Para resolver sus necesidades básicas como el del agua, recurren a un pozo cercano, también de propiedad del vecino que los mantiene hoy en su tierra. El baño es un pozo negro y para calefaccionarse suelen prender, cuando hace mucho frío, la estufa a gas, que ya se les acaba. Doña Ana relata que antes, cuando había sol y no tan bajas temperaturas, tenía la estufa a leña debajo de un árbol contiguo a su “casa”. Sin embargo, con las fuertes lluvias que se dejaron caer tiempo atrás, el aparato de calefacción quedó lisa y llanamente bajo el agua. “Allí tuvimos que hacerle un espacio en la pequeña bodega que tenemos para guardar nuestra papa y herramientas. Por lo menos no se pasa tanto y podemos cocinar y calefaccionarnos un poco”, agrega.



Así viven desde hace un poco más de tres meses, soportando las incesantes lluvias y las bajas temperaturas que desde hace un tiempo atrás se han dejado caer sobre nuestra provincia. Ana dice que ha pedido ayuda en varios servicios públicos, pero ninguna solución le han dado. De hecho hasta fue inscrita en la nueva ficha CAS, pero nada pasó. “Lo único que pido es una mediagua u otras ayuda para poder empezar a levantar mi casita”, insiste la inquebrantable señora, que no derrama ni una sola lágrima al contar su drama. Es sin duda una mujer “aperrada” como se dice, que no busca caridad, sino un pequeño empujó para empezar a salir adelante y dar un mejor futuro a sus pequeños hijos.

Vea el siguiente video donde se muestra un poco acerca de la forma de vida que actualmente lleva doña junto a sus hijos. Juzgue usted si acaso es digno que un compatriota viva de esa manera.